Al hablar de piojos, nos referimos a unos parásitos que viven en la cabeza de las personas, aunque afectan de manera predominante a los niños y niñas entre 3 y 10 años, y a las personas que rodean a estos. El contagio se produce de manera muy fácil, ya que solo hace falta contacto directo entre cabezas para contagiarlo.
El síntoma más común que se suele dar por la infestación es el prurito, más conocido como picor del cuero cabelludo. Esta picazón, que se debe a la irritación de la piel producida por la saliva del parásito, que contiene una toxina anticoagulante que deposita en la micro herida que la propia picadura genera.
La reacción más habitual suele ser la de rascarse, lo que puede producir erosiones en la piel, acentuando aún más el picor. Si no se tiene cuidado y a la irritación de la picadura en si, se añade el rascado, corre el riesgo de poder producir dermatitis que, a su vez, podría acarrear un riesgo de sobreinfección bacteriana.
A diferencia de lo que muchas personas suelen pensar, los piojos no pueden saltar ni volar, básicamente porque no tienen ningún tipo de alas, aunque sí que son capaces de moverse de manera rápida, llegando algunos a los 23 centímetros al minuto. Puede no parecer mucho, pero para un parásito que apenas mide entre 2 y 4 milímetros, es una cifra muy respetable.
Los piojos son capaces de cerrar sus vías respiratorias volviéndose impermeables al agua, es por eso que los piojos sobreviven dentro del agua y pueden contagiarse incluso en un baño en una piscina.
En lo que a su alimentación se refiere, los piojos tienen clara su preferencia: la sangre. Y, encima, son delicados, ya que prefieren ciertos tipos de sangre, prefiriendo parasitar a unas personas que a otras. Para completar su alimentación pican entre 2 y 4 veces al día, con una duración de casi 30 minutos cada una. Son bastante sensibles a los cambios de temperatura, encontrándose su nivel ideal entre los 28 y los 32ºC.
En caso de que sospeches que puedes tener piojos, pásate por nuestra farmacia y pídenos consejo.
